Abanico superstar

Hoy te contaré la historia de un niño llamado Santi.

Encontré a este renacuajo chiquico al dar la vuelta a la esquina, después de desatender mis llamadas perdidas. Acudió pronto, raudo, un paso tras otro, casi atropellándose a sí mismo. Sus pies funcionaban con naturalidad y pereza extraordinarias, aunque no lo creas.

Me miró como si hubiera sido ayer el último día, más, hace sólo un rato, y su sonrisa sacudió mi entrepelo y las burbujas solidarias de emoción se escaparon de entre mi flequillo y el resto de mi cuerpo y subieron por el aire.

Poesía multicolor, explosión de colores en sus pies.
"¿Vuelvo a casa?", me dice. "¿Me cambio, o así estoy bien? Mira, llevo dos chancletas diferentes, una en cada. No sé qué hacer, son de distintos colores. "
"No, Santi, te quedan bien. Si fueran de distinto modelo te diría Vamos a tu casa y haz el favor de ponerte otra cosa. Así, como vas, ojalá yo tuviera dos colores distintos para el mismo calzado y lo combinara igual que tú. Haces juego con el calor del verano, con el deseo de refresco, con las ganas de escapar, con... "

Damos la vuelta de la esquina y allí está Elena. Nos olvidamos. Hasta hoy.


Autora: © Maite Perez-Pueyo

Comentarios

caminante ha dicho que…
esto me ha encantado. Hay una sensación mágica de contar, que en lo particular me llega. Es como si fuera una historia donde todos fuéramos parte. Más que bella, conecta con el anhelo de encontrarnos con los ángeles y duendes que habitan entre nosotros y con nosotros. con el bello pequeñín que va en nuestro interior para que no olvidemos que somos luz y tiempo.

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