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Mostrando entradas de enero, 2010

El Momento

Me encontré con ella poco después del atentado. No se inmutó. Su pelo ya no era multicolor, era negro, sólo negro. Sin brillo, sin reflejos, negro. Sus párpados, pesados, cayeron con parsimonia acompañados por sus pestis-pestos-pestañas. Que sí, que eran así, ni más ni menos. Eran pestis-pestos-pestañas. Patitas de Araña prominentes y delicadas. Un abanico multicelular curioso y postizo, mas con pedigrí. Los pelos en cuestión correspondían al homenaje que de ellos se había disfrutado en una edición especial anterior. No era numerada pero era diferente. Cara sí, aunque no tan metódicamente estudiada como los estuches blindados de las otras tiendas. Aún así, eran bonitas. Subió la barbilla y abrió los ojos alzando su rostro entero, soberbia, entera, dispuesta. Giró su cabeza, primero hacia su izquierda, después a su derecha; después la volvió a girar. Quedó quieta. Estatua rígida de cartón piedra. Su media melena me mareó, me dispersó, aleló mis sentidos e incendió mi sistema de vía

Sondo lento

Bebe, goza, siente. Libera tu mente. Pulso firme; (ello compone, descompone). Tijeras viejas, mejor que un guante. Me gusta la Lluvia si es deseada como el Amor  que resiste dentro del Océano, donde viven las Sirenas. Autora:  © Maite Perez-Pueyo 

Las Nuevas Matemáticas del Corazón

Almas suben en kilométrica ascensión. Funde, refunde, sopla, re, mi, so, pla. Reseteando la emoción. Chispas emergentes, toma nota. Estrena la baraja, transforma, ecuación. Autora:  © Maite Perez-Pueyo 

Hípica a estrenar

Templada el Alma, si no más rápido, más a mano, un Super Espacio escolar. Alzada la tiza voladora, tejiendo sombras evanecescentes. Lanchas motoras inaugurales cual avioneta surcando el cielo. Realidad sobredimensionada. Esa es mi Ley. Autora:  © Maite Perez-Pueyo