El Momento

Me encontré con ella poco después del atentado. No se inmutó. Su pelo ya no era multicolor, era negro, sólo negro. Sin brillo, sin reflejos, negro. Sus párpados, pesados, cayeron con parsimonia acompañados por sus pestis-pestos-pestañas. Que sí, que eran así, ni más ni menos. Eran pestis-pestos-pestañas. Patitas de Araña prominentes y delicadas. Un abanico multicelular curioso y postizo, mas con pedigrí. Los pelos en cuestión correspondían al homenaje que de ellos se había disfrutado en una edición especial anterior. No era numerada pero era diferente. Cara sí, aunque no tan metódicamente estudiada como los estuches blindados de las otras tiendas. Aún así, eran bonitas.

Subió la barbilla y abrió los ojos alzando su rostro entero, soberbia, entera, dispuesta. Giró su cabeza, primero hacia su izquierda, después a su derecha; después la volvió a girar. Quedó quieta. Estatua rígida de cartón piedra. Su media melena me mareó, me dispersó, aleló mis sentidos e incendió mi sistema de vías de escape. Sólo ella me hacía sentir así.

Disparé mi cámara rápidamente y me fui.


Autora:  © Maite Perez-Pueyo 

Comentarios

Eduardo ha dicho que…
Que placer volver a leer tus lineas, ya estoy de vuelta.
Besicos
El placer es saber que estás bien, Eduardo. Gracias por pasar por aquí!!!
Winnie ha dicho que…
GRacias por tu visita a mi blog y por tus palabras...¡qué bien!. Te leo y ojeo y me gusta lo que veo....Besos y nos leemos...
Bienvenida a mi jardín, Winnie! Siéntate en el banco que más te guste!
Joana Abrines ha dicho que…
Seguiré tus pasos y dispararé rápido las palabras antes de irme. ¡Hasta pronto!
Joana Abrines ha dicho que…
Disparé mis palabras y capté tu movimiento antes de que te fueras.

¿Hasta pronto?
Me encanta tu sugerencia, Joana, gracias y bienvenida!!!

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